Lecciones aprendidas y buenas prácticas para la reducción de riesgos frente a la sequía en América Central y del Sur
En los últimos años, en la Región de América Latina se han registrado cambios constantes en los patrones climáticos, reduciéndose o concentrándose días y volúmenes de lluvias, lo que conlleva a recurrentes periodos de sequía y efectos devastadores en la seguridad alimentaria y nutricional, así como en el acceso al agua de las poblaciones más vulnerables que viven en zonas muy expuestas, tales como el Gran Chaco Americano (que incluye regiones de Argentina, Bolivia y Paraguay) y el Corredor Seco de Centroamérica (que incluye regiones de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras).
Eventos como la sequía suelen ser defnidos como “desastres silenciosos”, ya que ocurren de manera paulatina y tardan varias semanas o incluso meses en llegar a ser críticos, sin contar con debido interés mediático. En su mayoría pasan como desapercibidos, mientras que deterioran gravemente a los medios de vida de miles de familias con altos niveles de vulnerabilidad. A menudo, una crisis empieza cuando la anterior aún no ha terminado. Considerando el aumento de la previsibilidad del fenómeno en el área, las acciones de respuesta humanitaria tienen que ser complementadas a través del fortalecimiento de capacidades locales hacia la consolidación de mecanismos coordinados y más sustentables para la preparación y gestión ante las crisis.
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